martes, 28 de junio de 2011

EL TEMPERAMENTO Y EL LIDER

La facultad de ser un buen líder esta inmersamente determinado en el temperamento que se tenga. Un buen líder es aquel que ha nacido con el temperamento y el carácter adecuado para ello. A la repetida y nunca acertada incógnita de: ¿el líder nace o se hace?, en lo personal, me atrevería a afirmar más lo primero que lo segundo. El líder no se hace, se perfecciona. No todos podemos ser líderes, ni todos podemos no serlo. Hay personas que si tuvieran la valentia de soltar las riendas de sus actividades a sus subalternos, estos harían un mejor trabajo que ellos. El líder natural no se promueve, la gente por si misma lo hace y no muchos tenemos esta virtud, de ser lideres naturales. Pero en el área administrativa, de dirección, de ejecución, de concretización de ideas, los líderes necesitamos de ayuda.

Tener el temperamento adecuado, es una garantía para un buen liderato. Dependiendo del área en que nos desenvolvamos, el tipo de temperamento que Dios y nuestros padres nos otorgaron, nos ayudará o nos estropeará. Si somos lideres de una orquesta sinfónica, donde los sonidos se deben palpar en el aire, con finos y sensibles órganos sensoriales auditivos, las personas con temperamentos coléricos, no encajaría mucho aquí y menos los sanguíneos. El temperamento apropiado para un líder de música y del arte, es el de temperamento melancólico. Porque tiene todas las propiedades y facultades necesarias para armonizar en este ambiente. Los coléricos, son buenos en el campo de batalla, de los negocios, en el ejército y en todo cargo que amerite obediencia absoluta y autoridad inmediata sin cuestionamiento, no así los melancolicos.

Muchos pastores y líderes eclesiásticos, tratan a sus feligreses como un pelotón de entrenamiento y no como una manada de ovejas como debe ser. Gritan y ofenden continuamente desde el pulpito a sus miembros, pero lo mas extraño es que muchas congregaciones con estos tipos de líderes crecen; esto se debe al área donde se trabaja, pero no debe ser el patrón a imitar. Cada iglesia tiene al pastor que merece, pero yo preferiría a uno que me cuidara a uno que me regañara.

Las actividades que necesitan motivación, entusiasmo y ánimo permanente, deben procurar hacerse de los servicios de un líder que goce de un carácter alegre y afable como el sanguíneo, ellos encajan perfectamente en estas actividades. Lo que más detesta un sanguíneo es la tristeza, por ello se le ve asociarse permanentemente con personas alegres y divertidas, ellos andan riendo todo el tiempo y contagian a otros de su alegría, son motivadores naturales.

Por otro lado, las actividades que ameriten pasividad, concentración y diplomacia, nada más adecuado para ellos, que utilizar un líder flemático, a él nada lo altera, nada le roba la calma y siempre tiene la mente fría para tomar las mejores decisiones. Los flemáticos tienen la calma que les falta a los sanguíneos para ver mas allá de la emoción, es tan frio que le pregunta al melancólico, ¿Por qué lloras? Y pueden tolerar toda la descarga ofensiva de los coléricos y decir al final, “el se expresa así, porque hoy no ha tenido un buen día.

En mi resumen final, puedo agregar, que todos podemos ser lideres, hemos nacido para ello. Lo que ocurre es: que tal vez estamos ocupando roles que no nos corresponden y no estamos bien enfocados, deberíamos de reorganizarnos, cada persona debe ocupar el liderazgo que le corresponda. “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.” Romanos 12:6,7,8.

Bendiciones. Anibal Urieta.

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